El estilo nórdico es fácilmente reconocible porque viene marcado por varias características, la primera y más importante, la abundacia del blanco. El blanco, color maestro (servirá tanto para atenuar como para acentuar otros tonos) es el abanderado de la pureza, pero también es muy frío. Presta atención para aprender a integrarlo y a sacarle todo el partido.
Lo primero que debemos considerar es que ese exceso de blanco nos crea la necesidad de introducir materiales y colores cálidos para evitar el efecto ‘hielo’.
Todo cuenta: desde los marcos de los cuadros o ventanales, hasta plantas, alfombras, lámparas, estanterías… Consejo: juega con el color de los lomos de tus libros. ¡Puedes hacer una composición maravillosa!
Este estilo de decoración, de inspiración nórdica, es fantástico para todo tipo de ambientes y de hogares, sobre todo si tienes poco espacio. El blanco, que refleja la luz, será tu mejor baza para crear la sensación de mayor amplitud.
Ya tanéis dos claves: Combinar con materiales (la madera) y colores cálidos (rojizos, anaranjados, amarillos…) y aprovechar la sensación de más espacio que se crea con una buena iluminación natural.
La última, pero no menos importante, es cuidar los detalles. Pequeños elementos en colores pastel serán la guinda de tu nueva decoración.
¿Os apuntáis al blanco nórdico?
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